No puedo explicar qué sensación puede apreciar una persona que no ha hecho nunca el Camino de Santiago- las experiencias, y más la profundas, nos conforman y no nos permiten una vuelta atrás- Sin embargo, si que puedo decir que, habiendo peregrinado a Santiago en varias ocasiones, el relato de Alfonso es el que más se ajusta a las vivencias compartidas por los miles de caminantes que acuden a la ciudad galaica. Según las estadísticas no llegan a alcanzarse los 100.000 peregrinos anuales, pero poco falta.
La primera descripción escrita del itinerario que, siguiendo las estrellas, va desde los Pirineos a la capital Gallega, se remonta al siglo XII y responde al nombre de “Codice Calixtino”. En estos nueve siglos la popularidad de la ruta y la frecuencia del paso de caminantes han sido desiguales. No fue hasta mediados de los años 80 que se convirtió en un ampliamente difundido de la mano de la UNESCO y del Gobierno Autónomo Gallego.
A partir del crecimiento exponencial de peregrinos en la década de los noventa, no sólo se proporcionaron instalaciones de acogida en muchos de los puntos del trayecto francés (el más concurrido aunque hay otros muchos) si no que aumentó el número de publicaciones sobre el Camino. Guías de viaje, guías gastronómicas, guías espirituales, guías arquitectónicas y guías esotéricas por ejemplo. Sobre el Camino Compostelano no faltan análisis ni fotografías de cada una de sus piedras. También se ha escrito ficción y se han recreado antiguas peregrinaciones. Paulo Coelho a través de su “Diario de un Mago” ha conseguido que los brasileños sean una de las nacionalidades más representadas entre los portadores de la concha. Incluso la estrella de Hollywood Shirley Maclaine escribió su propio diario de El Camino.
Más allá de la cercanía geográfica, la publicidad institucional o la asimilación de la peregrinación a una dimensión religiosa, el camino de Santiago es una de las grandes experiencias interiores y exteriores que puede vivirse en éste planeta. La idea de hacer el Camino de Santiago no puede negarse que tiene mucho de “peregrina”, pero al mismo tiempo es una de las mejores ideas que una persona, con un poco de buen juicio, puede llegar a concebir. Como dice el propio Biescas en exclusiva para Karma: “El Camino me ha dado paz y alegría, salud y emoción. Me ha regalado amigos maravillosos, paisajes inolvidables, vivencias entrañables, lágrimas y risas. Gran parte de mi corazón pertenece a él”. Alfonso Biescas, con su relato, se hace cómplice de todos aquellos, que hayan hecho o no el Camino, han sabido buscar esforzadamente una luz que los guíe hacia delante.
(Foto proporcionada gentilmente por el autor del Libro)
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